La noche de las velitas, como otros hitos importantes del
calendario religioso y civil, subyace en las raíces paganas de la fiesta del
fuego, un ritual de los aldeanos escandinavos quienes encendían velones y
fogatas como conjuro a la oscuridad, al iniciar el invierno. El paganismo, cuya
etimología proviene del latín “pagus”, en español “campo” hace referencia a un
sentimiento religioso arraigado en la convicción integral de la unidad de la
familia campesina, como simbiosis sagrada con la naturaleza, las estrellas, la
luna y el sol.
Desde que el Concilio de Nicea en el año 325 D.C., cuando
se proclamó a María como la Madre de Dios, los creyentes expresaron su alegría
iluminando la noche, desde entonces la Iglesia reconoce en el fuego la
victoria sobre las fuerzas de la oscuridad. La noche de las velitas como fiesta
Católica, celebra la Vigilia de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. En
Popayán, el día de las velitas se celebra desde el 7 de diciembre de 1856,
después que fuera proclamado como dogma por el Papa Pío IX en la bula
Ineffabilis Deus, el 8 de diciembre de 1854. Seguir
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