Como es ya habitual en nuestros sellos de ficción,
siempre intentamos estar cerca de todo aquello que no está en primera plana, de
lo sencillo y en muchos casos menos conocido.
Hoy, 10 de febrero, abrimos nuestro espacio a una bonita
efeméride del Valle de Valdivielso, Burgos, Pedro Barcina, dulzainero 1927/2009, hubiese cumplido
en este día, 97 años de vida, nuestros sellos le recuerdan y le rinden este
sencillo homenaje con la colaboración especial de Radio Valdivielso.
En recuerdo de Pedro Barcina...palabras de Jokin Garmilla, Radio Valdivielso, febrero 2009.
Los que tuvimos la suerte de conocerte supimos de tu
generosidad, de tu sencillez, de tu sabiduría, de tu prodigiosa memoria y,
sobre todo, de tu alegría y tu bondad. De esa alegría que regalaste allá por
donde pasaste en tus casi 82 años de vida. Pedro Barcina, Pedrito, el
dulzainero de Valdivielso, nació el 10 de febrero de 1927 en Hoz. Aquel día de
invierno no imaginaron sus vecinos que con él nacía un músico que marcaría las
fiestas del valle durante los setenta años siguientes. A Pedro le esperaba una vida
difícil, “muy trabajada” como él diría, una vida en la que “igual aro, que
trillo, que cuido ovejas o que las ordeño”, una vida en la que, sobre todo, la
música iba a marcar sus pasos. Con tres años se fue al que para siempre sería
su pueblo, El Almiñé, con su tío Ramiro, y pronto descubrió su pasión por la
música. Siendo niño mientras cuidaba las ovejas o ayudaba en las labores del
campo, una paja de centeno o un cuerno se convirtieron en sus primeros
instrumentos. Después una bomba de bici o su primera dulzaina, de barro, irían
fraguando su pasión por las notas. Y aunque el bombo, el acordeón o el
clarinete conocieron sus dedos fue la dulzaina su compañera inseparable.
“Abuelos, padres, hijos y nietos han bailado conmigo” solía contar y es que el
sonido de sus dianas ha sido el referente de cuatro generaciones y es que Pedro
era capaz de hacer bailar lo mismo un pasacalle tradicional que el último éxito
del verano.
Músico popular, música del pueblo. De una fiesta a otra, caminando
por el monte, de noche, en bici, con el bombo a cuestas, durmiendo en pajares,
invitando a caramelos malvavisco a las chicas…y siempre, siempre con humor, con
miles de anécdotas, de canciones, de coplas compradas, de letras inventadas. Y
“siempre lo hacia con cariño y con amor, jamás he tenido un jaleo en ningún
lado” decía. Gorio, Senén, Santiago (durante 23 años), Marcos o Luís Andrés le
acompañaron en su andadura y miles, miles de personas le gozamos en su generosa
labor. Empezó con apenas 14 años con un bombo por 18 pesetas y no paró hasta
hace unos meses cuando la parca enamorada empezó a cortejarle. Le creíamos
eterno por su fuerza juvenil, por que el niño que llevaba dentro le rejuvenecía
en su sonrisa, porque su mala salud de hierro (el asma y la diabetes nunca le
dejaron) la creíamos invencible.
Los que tuvimos la inmensa suerte de conocerte
jamás te olvidaremos y lucharemos porque tu memoria permanezca viva, y es que a
tu lado uno sentía que el mundo era mejor, que todos podíamos ser mejores
personas. Y aún hoy, una semana después de tu partida, aún hoy la tinta se
emborrona y la garganta se ahoga recordando que te has ido... Pero no te
preocupes Pedro, nos enseñaste a superar los malos momentos y estamos seguros
de que tu risa, el sonido de tu dulzaina, las anécdotas de tu memoria, tantas y
tantas historias contadas pronto nos traerán la alegría que hoy no encontramos.
Bastará con mirar a cualquier rincón de Valdivielso, allí estarás tu. Allí
estará la alegría de Valdivielso. ¡Que viva Pedro, que viva! ¡Viva!
Sobre del sello dedicado a Pedro Barcina, ilustración, dibujo del matasellos, Esther Pérez.