Las pocas quejas que se expresaban eran silenciadas por los delegados del Duque, con la colaboración de algunos elementos del cabildo, hasta que surgió la figura de Juan Relinque, que en 1535 se negó a pagar uno de los muchos impuestos que gravaban injustamente a los vecinos, el noveno sobre el vino, siendo procesado y condenado por el corregidor, pero antes que achicarse, Juan Relinque presentó, con el aval de buena parte de los vecinos, un recurso ante la Audiencia de la Real Chancillería de Granada en el que solicitaba protección para pleitear contra el Duque, logrando que, mediante Provisión Real, se reconociera el derecho a pleitear, ordenando la Chancillería al cabildo y a los representantes del Duque que no se pusieran impedimentos al ejercicio de los derechos de Relinque. Seguir
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