Pronto debió de dar pruebas de su santidad, prudencia,
cultura y celo por la gloria de Dios, por cuanto en torno al 295 lo encontramos
como obispo de Córdoba, antigua sede metropolitana de la Bética. Sobre su
ordenación episcopal también existen serias dudas. Según el catálogo episcopal
de Córdoba parece que fue aclamado por el clero y por el pueblo, gracias a su
vida marcada por la fama de santidad .
Son bastante los autores que le otorgan una gran
importancia a Osio y a su pensamiento dentro de la vida de la Iglesia en la
antigüedad; a él se le atribuyen dos obras perdidas: “De laude virginitatis”, y
el “Tratado sobre las vestiduras sacerdotales” .
Poco después Osio se distinguía en el Concilio de Elvira,
cuyas actas firma en el undécimo lugar. En este Concilio parece que adquirió
Osio su gran fama de teólogo. Es plausible la opinión de aquellos que dicen que
Osio debió distinguirse en este concilio bético por su capacidad teológica.
La subida al trono de Diocleciano gira en torno a la
fecha de ordenación de nuestro obispo, y pocos años después llevó a cabo una
persecución contra los cristianos. Éste fue uno de los primeros problemas con
los que se encontró el nuevo Obispo Cordobés: Seguir
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