Su obra se inició con gran influencia del modernismo. En
1929, se realizó en el Palacio Legislativo un acto en el se la consagró como
Juana de América, al que asistieron figuras de prestigio americano: Zorrilla de
San Martín, Alfonso Reyes, etc. La influencia de las corrientes superrealistas
abrieron un paréntesis de experimentación en La rosa de los vientos.
Entre 1930 y 1950 no publicó ningún libro de poesía pero
sí tres libros de prosa: Loores de Nuestra Señora, Estampas de la Biblia, Chico
Carlo, y uno de teatro para niños: Los sueños de Natacha. Volvió a publicar
poesía en 1950 con la aparición de Perdida. Seguir
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