Hasta muchos siglos después no se dudó de la existencia efectiva de ambos, señalando además la perfecta antítesis entre las dos figuras: Homero como cantor de las gestas de los héroes, Esopo como retratista de la plebe, de las debilidades humanas bajo aspecto de animales. En ambos casos, numerosas ciudades se disputaron el honor de ser su cuna.
Pocos datos seguros existen sobre la biografía de Esopo,
y ya en la época clásica el personaje real se vio rodeado de elementos
legendarios, quedando definitivamente cubierto por la ficción y la fantasía
cuanto pudo tener de histórico. Ello no ha de llevar forzosamente a refutar su
existencia, ya que un historiador de tanto crédito como Herodoto lo describe
como un esclavo de un ciudadano de Samos que había vivido en la centuria
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