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lunes, noviembre 07, 2016

Otoño, no me caigo, me suelto...

El otoño es quizás de las cuatro estaciones la más sublime, la que nos aporta infinidad de tonos y colores,  alegorías que nos hablan de la vida misma. Exponemos hoy en sellos ficción tres sellos dedicados a las hojas de los árboles, a esa hoja que se desprende para dar paso a otra nueva... 


Siempre me ha parecido espectacular la caída de una hoja.
Ahora, sin embargo, me doy cuenta que ninguna hoja “se cae” sino que llegado el escenario del otoño inicia la danza maravillosa del soltarse.

Cada hoja que se suelta es una invitación a nuestra predisposición al desprendimiento.
Las hojas no caen, se desprenden en un gesto supremo de generosidad y profundo de sabiduría: la hoja que no se aferra a la rama y se lanza al vacío del aire sabe del latido profundo de una vida que está siempre en movimiento y en actitud de renovación.

La hoja que se suelta comprende y acepta que el espacio vacío dejado por ella es la matriz generosa que albergará el brote de una nueva hoja.
La coreografía de las hojas soltándose y abandonándose a la sinfonía del viento traza un indecible canto de libertad y supone una interpelación constante y contundente para todos y cada uno de los árboles humanos que somos nosotros.

Cada hoja al aire me está susurrando al oído del alma ¡suéltate!, ¡entrégate!, ¡abandónate! y ¡confía!.
Cada hoja que se desata queda unida invisible y sutilmente a la brisa de su propia entrega y libertad.

Con este gesto la hoja realiza su más impresionante movimiento de creatividad ya que con él está gestando el irrumpir de una próxima primavera.

Reconozco y confieso públicamente, ante este público de hojas moviéndose al compás del aire de la mañana, que soy un árbol al que le cuesta soltar muchas de sus hojas.
Tengo miedo ante la incertidumbre del nuevo brote.
¡Me siento tan cómodo y seguro con estas hojas predecibles, con estos hábitos perennes, con estas conductas fijadas, con estos pensamientos arraigados, con este entorno ya conocido…
Quiero, en este tiempo, sumarme a esa sabiduría, generosidad y belleza de las hojas que “se dejan caer”.

Quiero lanzarme a este abismo otoñal que me sumerge en un auténtico espacio de fe, confianza, esplendidez y donación.
Sé que cuando soy yo quien se suelta, desde su propia consciencia y libertad, el desprenderse   de la rama es mucho menos doloroso y más hermoso.

Sólo las hojas que se resisten, que niegan lo obvio, tendrán que ser arrancadas por un viento mucho más agresivo e impetuoso y caerán al suelo por el peso de su propio dolor.
**
Texto original de José María Toro, extraído del libro “La Sabiduría de Vivir“





3 comentarios:

  1. Dedicado para quienes adoran el otoño, esta estación mágica llena de múltiples colores. El texto de José María Toro no tiene desperdicio, la música de ABBA acompaña este buen momento.

    Feliz otoño amigos y.... dejaz que las hojas se desprendan..

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  2. Vicente Emilio Felipe Tapialunes, noviembre 07, 2016

    Muy bonitas las fotos y precioso el texto de José María Toro.Un abrazo, amigo.

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  3. Hermosa reflexión y las ilustraciones poéticas como el texto :-)
    El otoño danés me abrió los ojos a esta estación del año adorada y dorada en sus múltiples tonalidades... ver como el verde se torna amarillento y el amarillo en crema, el crema en rojizo o rosa o marrón o... y todo ello sin encontrar dos hojas del mismo color y con la misma tonalidad.
    Observar el paisaje que se cubre con un manto mágico donde al pisar se escucha una música... otoñal.
    Claro que merece una serie y dos de sellosficción como cientos de hojas poéticas que se mecen en las manos de los lectores, como esas hojas que al descender a suelo lo hacen danzando hasta que reposan en la madre tierra.
    Saludos norteños

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