El adviento (latín: adventus Redemptoris, «venida del
Redentor») es el primer período del año litúrgico cristiano, que consiste en
un tiempo de preparación para el nacimiento de Cristo. Su duración es de 21 a 28
días, dado que se celebran los cuatro domingos más próximos a la festividad de Navidad. Los fieles lo
consideran un tiempo de reflexión y de perdón.
Marca el inicio del año litúrgico en casi todas las confesiones
cristianas. Durante este periodo los feligreses se preparan para celebrar la
conmemoración del nacimiento de Jesucristo y para renovar la esperanza en la segunda
Venida de Cristo Jesús, al final de los tiempos, o Parusía .
Durante el adviento, se coloca en las iglesias y también en
algunos hogares una corona de ramas de pino, llamada corona de adviento,
con cuatro velas, una por cada domingo de adviento. Hay una pequeña tradición de
adviento: a cada una de esas cuatro velas se le asigna una virtud que hay que
mejorar en esa semana, ejemplo: la primera, el amor; la segunda, la paz; la
tercera, la tolerancia y la cuarta, la fe.
Los domingos de adviento la familia o la comunidad se reúne en
torno a la corona de adviento. Luego, se lee la Biblia y alguna meditación. La
corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el sacerdote.
El tiempo de Adviento, al igual que el de Cuaresma, es una preparación para vivir con mas intensidad celebraciones y acontecimientos dentro de la fe cristiana. Recuerdo que en los tiempos que participé como Agente de Pastoral con adolescentes y jóvenes, la importancia que a estos tiempos litúrgicos le dábamos, ellos nos motivaban a vivir con mas sensibilidad las celebraciones, saboreando así, vivencias que fuera de este entorno no son nada fáciles de compartir.
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