Letur desde tiempos inmemoriales, ha
fascinado a todas las culturas que han pasado por él, desde el Paleolítico al
Neolítico.
El término de Letur cuenta con una presencia humana muy
temprana representada por un grupo importante de cavidades con arte rupestre
prehistórico de dos etapas culturales.
El Epipaleolítico, con el Arte
levantino (10 000-6500 años antes del presente), expresión creencial
(y artística) de los últimos grupos de cazadores y recolectores, que se
fundamenta en la figuración.
El Neolítico, con el llamado Arte
esquemático (6500-3200 años antes del presente), expresión de las
creencias (e igualmente artística) de los grupos productores neolíticos y
del bronce, cuyo fundamento formal es la abstracción.
Las primeras muestras fueron descubiertas por el
malogrado maestro Matías Muñoz Jiménez (1981 aproximadamente) y correspondieron
a Cortijo de Sorbas I y II. Al que siguieron otras dos, autoría de Anna
Alonso (1985), Tenada de Cueva Moreno y Las Covachicas. Los abrigos
de la Fuente del Saúco, Abrigo de la Casacueva y Barranco Segovia fueron
descubiertas por Manfred y Katja Bader (1987) y las estaciones incorporadas
por Alexandre Grimal Navarro (1988-1989) de Cueva Colorá y Cerro
Barbatón.
Todos estos santuarios prehistóricos han sido declarados Patrimonio
de la Humanidad por la Unesco, desde 1998, por constituir una
expresión valiosísima de la capacidad intelectual humana, bajo el nombre
administrativo convencional de Arte rupestre del arco mediterráneo de la
península ibérica. Son, definitivamente, el primer arte letureño. Sin
embargo, la ausencia de algún tipo de protección y el todavía demasiado
generalizado desconocimiento, sitúa en un permanente peligro este frágil y
excepcional patrimonio. Seguir
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