Fue la última capital andaluza en alcanzar el
ferrocarril, pensando en sus inicios más para el transporte de mineral que para
el tráfico de pasajeros. La estación se asienta sobre una especie de plataforma
para evitar las avenidas periódicas de agua por las ramblas que atraviesan la
ciudad hacia el mar, del que se sitúa tan solo a 8,28 metros. La fachada de 54
metros tiene un cuerpo central rematado por una marquesina metálica de forma
piramidal y revestido de cristal sobre los bastidores en los testeros de ambos
extremos. La Guerra Civil afectó a la integridad del edificio, pero la
remodelación efectuada en 1988 permitió resaltar algunos de sus elementos
característicos e históricos. Así, el reloj sobriamente enmarcado en labor de
hierro, las carenas acristaladas en el interior de vestíbulo y un mural
cerámico de Francisco Cañadas. En el curso de las tareas de remozamiento, quedó
claramente esclarecido que la firma constructora de la cubierta metálica
llevaba el sello de Fives-Lille. También son propios de esta construcción los
azulejos de la facha principal donde ae repite la ‘A’ con el típico grafismo
vasco en forma de txapela, lo que se considera un aporte de los artesanos de
las tierras del Norte. seguir
La estación de Estella, construida en un estilo
neo-románico que se nutre del palacio de los duques de Granada de Ega, es la
más bonita y costosa del conjunto que forman las estaciones del tramo
Estella-Vitoria (la de Vitoria, por ejemplo, costó 41.474,68 pesetas), las
cuales, edificadas con exquisito gusto en estilo "old english", se
distancian considerablemente de las sencillas formas habituales de la
arquitectura ferroviaria. Como curiosidad, conviene señalar que Granada de Ega,
además de ser el nombre que se daba al palacio que hoy se conoce como de los
Reyes de Navarra, es el nombre de un antiguo señorío situado en las
proximidades de Arquijas, y atravesado por el ferrocarril, del cual procede el
título nobiliario que ostentó la familia Idiáquez. seguir
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