Estamos en tiempo de castañas, llega el frío y ya podemos ver en algunas calles de las ciudades, los tradicionales puestos de estos frutos.
El origen del empleo de castañera es incierto si bien el apogeo de
su gloria se dio en España en el último tercio del siglo XVIII y hasta principios del siglo XIX se mantuvo
a la altura de la gran reputación que supo adquirir. Durante el periodo citado,
estos profesionales recibieron los honores de la escena como se ve en las Castañeras picadas y otros dramas de Ramón de la Cruz Cano y Olmedilla.
En el siglo XIX se describían en España diferentes tipos de
castañeras con el mismo carácter de vendedoras callejeras que en la actualidad,
que se apostaban con sus mesas o cajones en las aceras para vender su
mercancía:
- las que cocían castañas
- las que asaban castañas
Las castañeras que
cocían llevaban mala vida tanto por
la vida nómada porque generalmente no tenían puesto fijo cuanto por ser menos
codiciada su mercancía y muy escaso el capital que empleaban en ella. La misma
olla en que cocían las castañas servía de almacén para guardarlas y de mostrador
para venderlas. El anís con que las sazonaban valía poco, el
carbón que para ello consumían no valía
mucho y el agua que gastaban, apenas nada.
Dos preciosos sellos nos ilustran el oficio de "castañero" o "castañeras" . Ahora con el frío nos llegan a las calles principales de algunas ciudades, puestos de venta de castañas asadas, a veces uno se fija en la satisfacción que ofrecen al viandante, al darle la oportinidad de degustar algo calentito en medio del frío de esta época.
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