Estamos en pleno otoño y vamos viendo como muchos de los árboles de hoja caduca se van quedando desnudos, Isabel Cuenca nos relata como ve ella desde un punto de vista alegórico este hecho tan natural...
El otoño para mí es Evangelio. Acaso hay algo que no lo
sea?
Los dos acontecimientos quizás más dolorosos fueron en esa
Estación. Y...los más hermosos.
Hicieron que el árbol quedara desnudo de lo que pareciese
'suyo': lo más bello: flores, frutos,
semillas y lo último las hojas...
Más esas "Hojas yertas pero no muertas" quedan
vivas, embelleciendo el paisaje..La naturaleza que se renueva...
Y el árbol, es pobre árbol?
No. Ahí queda firme.
Pareciera dar pena.
Con ganas de abrazarlo cuando se le ve tan poquita cosa.
¡Con lo frondoso que se mostraba!..
Pero el mismo es así en ese ahora: Erguido, preparado
para los fríos y vientos que le darán de lleno.
Erguido. No rompe. Son sus mismas raíces. Las de siempre.
Las que dentro de sí mismo tiene. Aquello de lo que no puede prescindir, su
mejor don: La vida.
Abracemos no sólo
al bello árbol esplendoroso. También al escuálido pero firme. Aquel que se deja
transformar por entrega amorosa porque sabe que nada, ni siquiera la sombra, es
suya.
Sólo suyo es una cosa: LA VIDA.
"He venido a que tengan vida" Y se cumple.
Sí, el otoño es Evangelio para mí.
(Y las otras 3 estaciones). No las mismas. Sí lo
mismo.
Texto de Isabel Cuenca Soriano
No hay comentarios:
Publicar un comentario