El arcángel San Rafael es el custodio de Córdoba desde la
Edad Media. Cuando media Europa fue devastada por la peste y miles de personas
perdieron sus vidas como consecuencia de esta epidemia, toda la ciudad se
encomendó a San Rafael y, como si fuera prácticamente un milagro, la peste
causó poco daño entre los cordobeses.
Originariamente, la festividad de San Rafael se celebraba
el 24 de octubre hasta que en el año 1970, las festividades en honor a los
arcángeles San Gabriel, San Miguel y San Rafael fueron reunidas en el 29 de
septiembre. No obstante, y por la gran devoción a su figura, se le concedió a
la ciudad de Córdoba el privilegio de mantener la fiesta de San Rafael según la
tradición. En su honor, en muchas plazas de Córdoba, se han levantado
“triunfos” para venerar su imagen.
Cabe aclarar que, a pesar de la devoción que goza su
figura, el arcángel San Rafael no es el patrón de la ciudad, como muchos
cordobeses creen. Este honor corresponde a San Acisclo y Santa Victoria, que en
época romana fueron perseguidos y torturados hasta la muerte por no renunciar a
su fe cristiana. Tras su muerte, sus cuerpos fueron arrojados al río
Guadalquivir. Al no hundirse sus cuerpos en el agua y volver a flote una y otra
vez, fueron quemados y sus cenizas dispersadas.
Hoy, podemos apreciar una pequeña ermita que fue
levantada en su honor y que se encuentra junto al río, próximo al recinto
ferial de El Arenal. También, hay un pequeño nicho en el Puente Romano que
frente a la estatua de San Rafael recuerda a estos mártires.
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