La loza y azulejería producida
en Talavera de la Reina (España) a lo largo de sus cinco siglos de
reconocida tradición cerámica, ha generado una tipología tan rica y variopinta
que ha hecho necesaria una clasificación en series propuestas desde
finales del siglo XIX por distintos especialistas, a fin de facilitar su
estudio y catalogación. Dicha clasificación se hace extensiva a la loza
producida en el vecino foco alfarero de El Puente del Arzobispo con
la que la de Talavera lo tiene todo en común, excepto la fama (que de siempre
acaparó la villa de la Reina, quizá por su estratégica situación en el camino
real a Lisboa).
De origen musulmán, la cerámica de Talavera de la Reina
adquirió peso industrial a partir del siglo XVI. Citada
por Cervantes, Lope de Vega y Tirso de Molina, la loza
talaverana puede documentarse asimismo en buena parte de la pintura
barroca española. Usada por nobles y humildes, su monopolio mercantil en pugna
constante con la loza sevillana, se vio desplazado a finales del siglo
XVIII por la emergente fábrica de Alcora; en ese momento histórico se
localiza uno de los primeros cambios en sus series decorativas originales.
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