Orígenes:
En el siglo XIX adquirió gran popularidad en
España el mantón de Manila, que vino a sustituir en un considerable sector de la
población femenina el chal y las pañoletas. De gran tamaño y pródigamente
adornado con motivos florales y animales, sobre todo aves, hizo furor,
especialmente en Sevilla y Madrid.
Conocido como mantón de
Manila, por proceder de la capital de las Filipinas, su origen era sin embargo
más lejano, ya que el foco de su fabricación y venta radicaba en China, y más
concretamente en la ciudad de Cantón. Era tan copiosa su demanda para
enviarlo a España vía Filipinas, que sus fabricantes accedieron incluso a
alterar los motivos de sus dibujos, sustituyendo los crisantemos por grandes
rosas y dando a las aves que los adornaban unas características menos exóticas.
Durante largos años fueron de seda natural, y mucho más tarde se utilizó en su
confección la seda artificial, lo que permitió aumentar su formato. En el
período de la Regencia, el mantón de Manila llegó a su apogeo como prenda de
vestir, incluso en grandes solemnidades, aunque siempre mantuvo un carácter
popular, sobre todo en sus versiones policromas. En verbenas, paseos, corridas
de toros y otros espectáculos públicos, adornaba con singular donosura los
hombros y el talle de las mujeres, y en tonos oscuros, discretos, constituía un
atuendo digno y serio, apto para visitas y ocasiones sociales.
El nombre de la prenda,
cuyo uso todavía subsiste, se ha mantenido siempre como “mantón de Manila”, pero
su origen real no dejaba de ser conocido, ya que en la célebre zarzuela "La
Verbena de la Paloma", escrita por Tomás Bretón a finales del siglo XIX, se oye
el popular fragmento de “¿Dónde vas con mantón de Manila?”, pero también uno de
los personajes canta: “Un mantón de la China te voy a
regalar...”
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