Torre de la Calahorra
Es una fortaleza de origen
islámico concebida como puerta de protección ante la ciudad. Se levanta esta
torre en el lado sur del río Guadalquivir y en un extremo del Puente
Romano.
La torre fue reformada por orden
de Enrique
II de Trastámara para defenderse de su hermano Pedro I de
Castilla. A las dos torres existentes, se le añadió una
tercera, uniéndose todas ellas por dos cilindros con la misma altura que
aquellas.
Más tarde fue cedida al Instituto para el Diálogo de las Culturas
(Fundación Roger
Garaudy) quien ha instalado un museo audiovisual. El Museo
Vivo de al-Ándalus presenta una panorámica cultural apogeo mediaval de granada ,
del siglo
IX al siglo XIII, basado en la convivencia de las culturas cristiana, judía y musulmana.
Patios de Córdoba
Para llegar al origen de los patios cordobeses, debemos retroceder en el tiempo, hacia las lejanas civilizaciones
asentadas en la antigüedad, como pueden ser las culturas babilónica, egipcia,
griega o romana. Entonces las casas ya se disponían, como es el caso que nos
ocupa, en torno a un patio central, donde se desarrollaba la actividad familiar.
Varias de estas civilizaciones trajeron a occidente su cultura, lenguaje... y,
por supuesto su arquitectura. De esta forma llegó a Córdoba, como a muchos otros
rincones de la Península Ibérica esta forma de construcción.
El patio cordobés proviene de los patios de las casas romanas, o lo que es lo mismo, la casa típicamente mediterránea, de exterior sencillo, y sin escalones (al menos no muchos), a la que se accedía desde un patio, con solería de mármol y fuente central. Los árabes mantuvieron esta tipología, aunque les añaden los “riat” (arriates) con flores y agua, que provenían del pozo o de la fuente. Y en la Edad Media continúa siendo el patio uno de los elementos más importantes en todas las construcciones, incluso en las religiosas.
El patio popular cordobés, como lo conocemos en la actualidad, está formado por una discreta entrada en zaguán que da acceso al patio, donde se sitúan los lugares comunes de la casa: lavaderos, cocinas y aseos, y que da acceso a las viviendas de los vecinos. Las paredes del patio suelen estar encaladas y llenas de macetas con geranios, jazmines, nardos, rosas, gitanillas y claveles, que le imprimen un colorido y aroma singulares. Además, suele destacar la presencia del típico pozo, en el centro o a un lado del patio, y la escalera que da acceso a las habitaciones superiores. En algunos casos incluso podemos encontrar naranjos o limoneros.
El patio cordobés proviene de los patios de las casas romanas, o lo que es lo mismo, la casa típicamente mediterránea, de exterior sencillo, y sin escalones (al menos no muchos), a la que se accedía desde un patio, con solería de mármol y fuente central. Los árabes mantuvieron esta tipología, aunque les añaden los “riat” (arriates) con flores y agua, que provenían del pozo o de la fuente. Y en la Edad Media continúa siendo el patio uno de los elementos más importantes en todas las construcciones, incluso en las religiosas.
El patio popular cordobés, como lo conocemos en la actualidad, está formado por una discreta entrada en zaguán que da acceso al patio, donde se sitúan los lugares comunes de la casa: lavaderos, cocinas y aseos, y que da acceso a las viviendas de los vecinos. Las paredes del patio suelen estar encaladas y llenas de macetas con geranios, jazmines, nardos, rosas, gitanillas y claveles, que le imprimen un colorido y aroma singulares. Además, suele destacar la presencia del típico pozo, en el centro o a un lado del patio, y la escalera que da acceso a las habitaciones superiores. En algunos casos incluso podemos encontrar naranjos o limoneros.
Molino de la Albolafia
El molino de la Albolafia o de Kulaib se encuentra en la orilla derecha del Guadalquivir, próximo al puente Romano.Antigua aceña o molino harinero, su origen se remonta a la
época romana. La siqalla o rueda hidráulica la mandó construir Abderramán II para elevar el agua del río y
conducirla hasta el asr al-Umara (Palacio de los Emires) en el alcázar andalusí (en la actualidad Palacio Episcopal). Fue reconstruida en el
siglo XII por un tal Abú l-Áfiya, de donde le viene el nombre, por orden de Yusuf ibn Tasufin, emir almorávide.
En 1492, Isabel la Católica, alojada en el Alcázar, mandó desmontar la rueda de la
noria por el chirrido que producían sus cangilones que le impedía conciliar el
sueño.
En
el siglo XVI, las monjas de Jesús y María, que eran sus propietarias, se
ocuparon de su restauración, siendo las obras dirigidas por el maestro Juan de
Ochoa. Desde este siglo, la noria fue reflejada, junto con la mezquita y el Puente Romano, en el sello del Consejo de la
ciudad.
Bajo
la alcaldía de Antonio Cruz Conde, éste
decide llevar a cabo la restauración del molino, en estado de total abandono
como el resto en aquella época. El ayuntamiento encarga el proyecto a Félix Hernández quien lo lleva a cabo como
fiel reproducción de la noria original.
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