El 1 de diciembre de 1854, Valladolid dedicó una calle a
uno de sus vecinos más ilustres. Ese día se firmó el acuerdo municipal por el
que la calle de la Horca (entre las puertas de Tudela y Don Sancho) recibía el
nombre de Cervantes. Juan Agapito y Revilla, en su libro ‘Las calles de
Valladolid’, lamenta que se eligiera esa vía y no el lugar en el que se
encontraba la casa del escritor, «algo que en 1851 ya se sabía».
Es, sin duda, esta vivienda, el gran patrimonio
cervantino de Valladolid. Museo dependiente del Estado, es la única casa del
escritor que se conserva en España. La de Alcalá de Henares fue derruida.
Tampoco quedan en pie las de Madrid. Esta de Valladolid es un tesoro. Aquel
suceso de Gaspar de Ezpeleta, la investigación iniciada para esclarecer lo que
ocurrió, permitió situar a Cervantes en esta vivienda, desde el verano de 1604
(finales de agosto o principios de septiembre) hasta los primeros meses de
1606. Como recaudador de impuestos que era, vino a vivir a Valladolid empujado
por el traslado de la Corte. Y por el mismo motivo se marchó hace 410 años.
Pero aprovechó su estancia pucelana. Aquí inició los trámites para la
publicación del Quijote, aquí escribió el prólogo de la obra, las poesías
preliminares. La tasa para la venta del libro se extendió en Valladolid el 20
de diciembre de 1604. Ya finales de ese año (en Valladolid) o en enero de 1605
(Madrid), se puso a la venta el libro, que estaba dedicado a Diego López de
Zúñiga y Sotomayor, duque de Béjar, y vecino de Valladolid desde 1602. También
aquí pudo escribir varias de sus ‘Novelas ejemplares’, «pues son muchas las
referencias a distintas circunstancias históricas acaecidas en la ciudad o
parajes». Es el caso de ‘El casamiento engañoso’, ‘El licenciado vidriera’, ‘La
gitanilla’.O las alusiones a parajes en ‘La galatea’, ‘Viaje al Parnaso’ o ‘El coloquio
de los perros’, como recuerda la web de la Casa de Cervantes. Seguir
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