En el siglo XVII el pesebre agrandó su escenario. No solo
se realizaba representaciones del nacimiento, sino también del mundo profano de
lo externo. Con un estilo barroco, se realizaron representaciones, en los
pesebres, de las tabernas, las carnicerías, verdulerías y panaderías. La
taberna se colocaba del lado opuesto del nacimiento dado que representaba los
vicios y pecados del hombre. Los personajes se hicieron más pequeños y de
madera.
El siglo de oro del pesebre napolitano es el XVIII,
cuando reinó Carlos III de Borbón. Por mérito de la fornitura artística y
cultural en aquel período también los pastores cambiaron su semblante. La
comitiva ya no era sólo religiosa, sino también de ricos y nobles con sus
trajes de la época. El niñito Jesús nacía en las ruinas de un antiguo templo,
homenaje a Pompeya y Herculano descubiertas justo bajo el reinado de Carlos III
de Borbón, para que la venida del hijo de Dios aparezca como un verdadero
milagro, algo extraordinario por tan diferente de la vida diaria.
El más célebre ejemplo de pesebre napolitano es el
presebre Cuciniello realizado entre 1887 y el 1889, expuesto actualmente en el
museo de San Martino. Otro importante es el Presebre del Banco di Napoli
expuesto en el Palacio Real de Nápoles.
En el siglo XX esta costumbre disminuyó, pero ahora se
utilizan en las iglesias y en algunas casas napolitanas. Seguir
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