La oración cantada es una de las expresiones más esenciales en la búsqueda de Dios. Los cantos breves y repetitivos destacan el caracter meditativo. Con pocas palabras dicen una realidad fundamental, rápidamente captada por la inteligencia. Infinitameinte repetidos, esta realidad es poco a poco interiorizada por toda la persona. Los cantos meditativos nos abren también a la escucha de Dios. En una oración común, estos cantos permiten que todos los participantes permanezcan juntos en la espera de Dios, sin que el tiempo sea demasiado limitado.
Para abrir las puertas de la confianza en Dios nada reemplaza la belleza de las voces humanas unidas por el canto. Esta belleza puede hacer entrever «la alegría del cielo en la tierra», como expresan los cristianos de Oriente. Y una vida interior comienza a desarrollarse.
Estos cantos sostienen también la oración personal. Construyen poco a poco la unidad de la persona en Dios y pueden estar subyacentes durante el trabajo, las conversaciones, el descanso, uniendo la oración y la vida cotidiana. Incluso sin que nos demos cuenta, los cantos prolongan en nosotros una oración, en el silencio de nuestro corazón.
En este este video podemos escuchar un canto de Taizé
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