La tradición de Valdepeñas es la historia de sus viñedos,
de sus frutos y sus vinos, escrita con pasión por gentes dedicadas al cultivo
de la vid desde tiempos ancestrales. Su tradición vinícola se remonta al tiempo
de los íberos, hecho constatado tras el hallazgo de materiales orgánicos
relacionados con la producción del vino en el yacimiento Ibérico del Cerro de
las Cabezas (s. IV-VII a.c.).
La ciudad de Valdepeñas es una fundación castellana de
1232 por la reina Doña Berenguela, cuando toda la zona sur de la Mancha se
consolida tras las Navas de Tolosa. Durante estos años Valdepeñas se convirtió
en una importante área de producción. Cuando la corte del rey Felipe II se
instala en Madrid (1561) se extiende la fama de la calidad del vino de
Valdepeñas y desde ese momento entra a formar parte de la historia de la Villa.
Allí se populariza su consumo de tal manera que los impuestos especiales sobre
su comercio permiten al rey Carlos III, gran arquitecto de la capital, sufragar
algunas de las obras más importantes de su reinado tales como la Puerta de
Alcalá o la Puerta de Toledo.
Ya en 1790 se habla de una producción anual de
200.000 arrobas de vino. Debido a la fama del vino valdepeñero, a finales del
siglo XVIII se fue extendiendo en Madrid el nombre de Valdepeñas como forma de
denominar al vino de La Mancha. Será el comerciante y almacenista valdepeñero
Pedro Sánchez Trapero, afincado en Madrid, la primera persona en defender lo
que hoy llamamos la denominación de origen del vino de Valdepeñas, a través de
artículos publicados en el Diario de Madrid entre 1804 y 1815; y posteriormente
a través de su propio periódico El Nuevo Diario de Madrid. Seguir
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