El 31 de octubre de 1517, hace justo 500 años, Martín
Lutero clavó sus 95 tesis contra las indulgencias en la puerta de la iglesia de
Wittenberg, un acontecimiento que supuso el cisma de la Iglesia Romana de
Occidente, transformando el mundo de un modo como pocas veces lo ha hecho otro
hombre antes o después de él. En aquel momento, Lutero tenía 34 años,
desempeñaba desde hacía cinco el cargo de profesor en la facultad de teología
de la Universidad de Wittenberg, una profesión que mantuvo de por vida, y
vestía desde hacía doce el hábito de los agustinos recoletos.
Thomas Mann, con su mordacidad característica, dijo de
Lutero que era "un bárbaro de Dios con bovina cerviz". En los
grabados que Lucas Cranach, el Viejo, hace de él podemos ver a un hombre
robusto, de gesto severo y firme, de ojos pequeños y expresión reconcentrada.
Lutero fue un revolucionario que no se amilanó frente al poder totalizador de
la iglesia de su tiempo, y gracias a él, el cristianismo comenzó a hacerse
plural. Seguir
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