Dentro de la rica variedad de canciones amatorias que
posee el folklore español, la habanera es una de las más finas joyas. Su aire
lento, en un ritmo de continuo balanceo, y sus exóticas letras llenas de
encanto y de nostalgia parecen queremos transportar a una lejana travesía hacia
un puerto de mar, donde el recuerdo de los seres queridos, dejados al otro lado
de un inmenso océano, son evocados con la pasión y dulzura de los marinos
enamorados.
Es la habanera como una limpia brisa de mar que acaricia
y envuelve, llegando, directamente hasta lo más profundo de nuestros
sentimientos y despertando su dulce balancear un mundo evocador que hace vibrar
al son de sus melodías de amor.
El origen de la habanera es aún hoy confuso e incierto,
tal y como dejó escrito el musicólogo palentino Mariano Pérez. No obstante, la
mayoría de los estudiosos de la habanera sitúa su origen en Cuba, de cuya
capital tomó su nombre. Durante los siglos XVIII y XIX, el intercambio
comercial entre España y América fue constante, especialmente con la isla de
Cuba. Hacia la isla caribeña partían barcos desde las costas españolas cargados
de todo tipo de productos, especialmente la sal de las eras alicantinas, y a su
regreso traían azúcar, tabaco y otros productos. Pero… ¡cómo iba a faltar la
música! Es muy probable que los marinos mercantes españoles trajeran hasta
nuestro país algunos sones cubanos y que durante las largas travesías
fusionaran aquellas canciones aprendidas con las propias de nuestro folklore,
derivando finalmente en la habanera. Seguir
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