Durante su campaña militar contra Persia, Alejandro se
desvió hacia el sur, conquistando Tiro y luego Egipto, pasando por lo que hoy
en día es Israel. Hay una historia fascinante acerca del primer encuentro entre
Alejandro y los judíos de Israel, quienes se encontraban bajo el dominio del
imperio persa.
La narración respecto a la primera interacción entre
Alejandro y los judíos se encuentra registrada tanto en el Talmud (Yomá 69a)
como en el libro "Antigüedades Judías" del historiador judío Flavio
Josefo (XI, 321-47). En ambos relatos el Sumo Sacerdote del tempo de Jerusalem,
temiendo que Alejandro fuera a destruir la ciudad, salió a su encuentro antes
de que llegara a la ciudad. La narración describe como Alejandro, al ver al
Sumo Sacerdote, se bajó de su caballo e hizo una reverencia (Alejandro
raramente, quizás nunca, se postraba ante alguien). En el relato de Flavio
Josefo, cuando el general Parmerio le preguntó la razón, Alejandro respondió:
"No hice una reverencia ante él, sino ante el Dios que lo ha honrado con
el Sumo Sacerdocio; pues he visto a esta misma persona en un sueño, con esta
misma apariencia". Seguir
En abril del año 334 a. C., Alejandro III de Macedonia,
que había sido confirmado como Hegemon por la Liga de Corinto, invadió Asia
Menor a la cabeza de un ejército conjunto greco-macedonio. Tras desembarcar en
la Tróade, tomó varias ciudades y aldeas de la costa egea (Lámpsaco entre
ellas). Un ejército aqueménida de unos 50.000 efectivos, al mando de Memnón de
Rodas, plantó cara al rey macedonio, siendo derrotado en la batalla del
Gránico. Tras esta victoria, las fuerzas greco-macedonias avanzaron por la
costa mediterránea en dirección a las Puertas Cilicias. Ante este avance, en
333 a. C. el propio Darío asumió el mando de los ejércitos persas para luchar
contra el rey macedonio, pero su numeroso ejército fue ampliamente superado y
derrotado en la batalla de Issos (12 de noviembre de 333 a. C.). Darío huyó
cuando comprobó que la batalla estaba perdida, dejando atrás su carro, el
campamento persa y a su propia familia, todo lo cual fue capturado por
Alejandro, quien trató con respeto a los prisioneros reales. Seguir
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