Rebeca y Eliezer, cuadro del pintor español Bartolomé Esteban Murillo. Está realizado
en óleo sobre lienzo, midiendo 107 cm de alto y 171 cm de ancho. Fue pintado al
inicio de la segunda mitad del siglo
XVIII. Se encuentra en el Museo del Prado, Madrid.
Narra un episodio procedente de Génesis 24, 18-20: Abraham le pide a uno de sus siervos (Eliezer) que
vaya a buscar una esposa para su hijo (Isaac) a la tierra de donde él tuvo que
salir (Ur de Caldea- Mesopotamia), es decir que sea de su parentela, y que la
traiga a donde viven ahora (Canaan) para desposarla con su hijo. Explícitamente
le advierte que no le traiga una mujer cananita. Y le dice que un ángel le
ayudará en su cometido tal como le ha prometido Dios. El siervo toma diez
camellos y se pone en camino. En un punto determinado , se detiene cerca de
un pozo y reza a su dios: (Génesis 24, 22-24):
“Yavé, Dios de mi amo Abraham, sal a mi encuentro hoy, y muéstrate benigno con
mi señor Abraham. Me quedaré junto al pozo esperando a las mujeres que vienen a
buscar agua; la joven a quien yo dijere: inclina tu cántaro, te ruego, para que
yo beba, y ella me respondiere: bebe tú y daré también de beber a tus camellos,
será la destinada a tu siervo a Isaac”. Antes de que termine de hablar aparece
Rebeca, entroncada con el linaje de Abraham y además virgen, quien efectivamente
da de beber agua a Eliezer y también a los camellos.
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