A medio camino entre Cuenca y Madrid, sobre la ladera de
una empinada colina, se alza Uclés, una hermosa villa de orígenes celtíberos y
romanos que parece anclada en el pasado. Rodeada por los restos de sus
murallas, sus torres, siempre vigilantes, observan inmutables el transcurrir de
los siglos.
Y en la cumbre, sobre un cerro bañado por el río Bedija,
con el pueblo desplegándose a sus pies, se levanta el Monasterio de Santiago,
un conjunto monumental extraordinario a la par que majestuoso, al que se
ha dado en llamar con acierto "El Escorial de La Mancha".
El monasterio forma parte de un conjunto de
fortificaciones que tuvo sus orígenes en la dominación musulmana de la
Península Ibérica. Tras su reconquista por los cristianos fue donado por el Rey
de Castilla Alfonso VIII a la Orden de Santiago. Era el el 9 de enero del año
1174, como se recoge en el llamado Tumbo Menor de Castilla. Una de sus
miniaturas muestra la escena de la donación junto a un dibujo del primitivo
castillo. Seguir
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