Cuento: El país de los pozos
Era el país de los pozos. Cualquier visitante extraño que
llegara a aquel país no vería más que pozos: grandes, pequeños, feos, hermosos,
ricos, pobres... Alrededor de los pozos apenas se veía vegetación; la tierra
estaba reseca.
Los pozos hablaban entre sí, pero a distancia; siempre
había tierra de por medio. En realidad, lo único que hablaba era el brocal: lo
que se ve a ras de tierra.
Y daba la impresión de que, al hablar, sonaba a hueco.
Porque claro, procedía de lugares huecos...
Como el brocal estaba hueco, en los pozos se producía una
sensación de vacío, vértigo, ansiedad...
Y cado uno tendía a llenarlo como podía: con cosas,
ruidos, sensaciones raras, y hasta con libros y sabiduría...
Entre los pozos los había con un gran brocal en el que
cabían muchas cosas.
Otros tenían un brocal pequeñito, pero también cabían
cosas.
Las cosas pasaban de moda: entonces los pozos las
cambiaban, y continuamente estaban llenando el brocal de cosas nuevas,
diferentes... Y quien más tenía era más respetado y admirado...
Pero, en el fondo, no estaban nunca a gusto con lo que
tenían. El brocal estaba siempre reseco y sediento... Seguir
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