Cuando muchos de nosotros éramos niños habíamos escuchado
el "pito del afilador" o "chiflo", una pequeña "flauta
de pan" hecha de cañas, recorrer las calles de nuestra ciudad o de nuestro
pueblo entonando su clásica y breve melodía que combinaba graves y agudos y
viceversa como si de una escalerilla musical se tratara. En bicicleta o en
motocicleta, el afilador llevaba montada en la parte trasera de su vehículo un
esmeril mecánico con una piedra de afilar con la que daba nueva vida a los
filos romos de los viejos cuchillos.
Pero ¿cuál es el origen de tan antiguo oficio hoy en día
prácticamente desaparecido? Para saberlo hemos de viajar en el tiempo y
trasladarnos al siglo XVII y más concretamente, como cuenta una leyenda, a
Nogueira de Ramuin, un municipio de la provincia de Orense. Allí, un afilador
ambulante, algunos dicen que era austríaco, otros inglés, alemán o italiano,
traía su rueda de afilar deteriorada y buscaba a un carpintero para que la
reparara. Sigue diciendo la leyenda que el afilador encontró al carpintero en
la población de Luintra. Éste era tan buen profesional que arregló los
desperfectos de aquella rara herramienta y no sólo eso, sino que tomó medidas y
dibujo aquel extraño artefacto para poder hacer una replica en su taller. De
ahí que Orense sea conocida por ser terra de chispas, debido a los centelleos
que salían de la rueda al afilar. Seguir
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