Isabel Cuenca Soriano, en un artículo introducido en comentarios de ese día, nos hablaba del valor de la correspondencia epistolar, hoy, ese mismo artículo lo traemos a esta entrada para celebrar este 2021 la fiesta mundial del Correo, ese gran invento centenario que nos ayudó a estar comunicados unos con otros cuando no había otra forma de poder hacerlo.
“En aquel tiempo… pero hoy os digo…”
Así quiero empezar esta carta con esas palabras bíblicas
que modestamente tomo como mías, ante un tema sobre la comunicación epistolar;
sencillo el tema, sí, pero no por sencillo poco importante. Dada mi
experiencia, fue en ‘aquel tiempo’ donde las cartas de puño y letra se sucedían
con relativa asiduidad.
Misivas de amor, amistad, relaciones… donde hacían
detenerse el tiempo, tanto para
escribirlas como para recibirlas, con la atención puesta en las posibles
respuestas. Atención no solo en los contenidos sino, sobre todo, en las
personas. Se las pensaba. Se las esperaba.
Tenían su encanto. No infantil, sino encanto más allá de
los formatos y ortografías.
Hoy la tecnología, si bien necesaria, creo que tiene sus
sombras. Al menos en este tema a reflexión que nos propone José Cortés, el buen
amigo. Y precisamente reflexionando nos
hace caer en la cuenta que hoy, lo epistolar escrito suele brillar por su
ausencia.
Esta tecnología
induce a la inmediatez. Generalmente todo ha de ser rápido y los textos
cortos, quedando a la espera casi compulsiva por recibir respuestas también
cortas e inmediatas, escatimando palabras y hasta economizando letras. En
remitente y destinatario se produce una especie de bumerang. Una especie de
ansia casi compulsiva por las respuestas, pero de la misma manera.
Sí, ‘en aquel mi tiempo’, muchas de las cartas recibidas
se guardaban. Se leían y releían casi como un tesoro (sin casi) en algún rincón
donde… sólo tú o yo sabíamos dónde encontrarlas y así rememorar personas y
mensajes, acontecimientos…
Hoy experimento que personas y mensajes, por ser tantos y
de tanto, no pocas veces quedan ‘agrupados’ y hasta posiblemente hacinados en
nuestras redes. Redes que agrupan pero que también encorsetan. A lo sumo, solo
sus nombres, por aquello de economizar tiempo y espacio. No es que esté mal,
pero entiendo que no es lo mismo. Incluso, a veces, quedan borrados por algún
sistema sin pretenderlo nosotros.
El encanto y la pervivencia de lo escrito en un papel, no
lo tienen.
¡Cuántas veces en una caja ´sagrada’ que sólo tú sabes,
vas a aquellos mensajes escritos que te retrotraen a parte de tu historia,
personas, acontecimientos!... No con las
añoranzas del pasado, sino con las ternuras que despiertan hoy en tu aquí y
ahora. En una de esas cajas ´sagradas´ conservo también palabras escritas de
condolencia, de duelo, cargadas de amor y empatía que invitaban al silencio.
Ahí siguen junto a alguna margarita seca pero viva, por lo que revive el
corazón.
¡Qué no diré de lo escrito por los hijos, sobre todo
cuando pequeños… y hasta acompañado de algún dibujito! ¿Acaso no sacan sonrisas…?
Por este mismo motivo, qué bueno es exhortar a los peques
que escriban. Que las entreguen. O que
las manden en un sobre con el sello que sella. ¿Qué sella? La vivencia, la
experiencia, el cariño filial o amistoso. Carta, sobre, sello, perviven como
signo de supervivencia… como testigos del cariño manifestado y plasmado en
papel.
Y con estos tesoros, creo que se producirá un nuevo
bumerang, porque cuando los destinatarios sean mayores o estén muy solos,
seguro que, aunque alguna lágrima sale evocando la ternura de otros pasados,
ensancha sus corazones (una vez más) y de una forma que no pueden explicar. El
amor no se sujeta a explicaciones.
Quien tenga experiencia de esto, sabe…. que sabe. ¿Cuál
será entonces el citado bumerang? Que cuando estos mayores, antes o después de
emprender su vuelo, devolverán esas cartitas o trozos de papel, o dibujos, a
esos mismos niños ya adultos. Y el tesoro se perpetuará. Esto se debe a lo
escrito, a las cartas.
La Biblia: “En Aquel tiempo”…. Gracias sean dadas a la
palabra escrita que se transforma en PALABRA VIVA. Para muchos viene implícito
y explícito en sus hojas un mensaje, el mensaje de Amor nos llega hoy: S. XXI.
Isabel Cuenca Soriano, 13 abril 2021
Felicidades y Gracias. Una reflexión que comparto
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