Pocos casos más sonados sobre la extinción de especies que el de la paloma migratoria americana, un ave que se cazó durante todo el siglo XIX en Estados Unidos y era la fuente más barata de carne para las clases pobres. La especie se contaba por cientos de millones de ejemplares y sus bandos oscurecían el cielo. Tras décadas de persecución no quedó ni una. Un mes de septiembre de 1914, moría Martha, la última hembra que vivió durante años sola en el Zoo de Cincinnati.
Todavía viven algunas personas que recuerdan haber visto palomas en su juventud; aún quedan árboles en pie que fueron sacudidos por ese viento viviente. Pero dentro de unas décadas sólo los viejos robles lo recordarán y, después, tan sólo las colinas lo sabrán. Seguir
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