Lo que Cervantes dice del noble juego del ajedrez "-
Brava comparación -dijo Sancho-, aunque no tan nueva, que yo no la haya oído
muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que mientras dura
el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y en acabándose el juego,
todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como
dar con la vida en la sepultura". (II,12).
Para la buena
interpretación de estas líneas, resulta imprescindible el conocimiento del
personaje que las pronuncia.
Sancho Panza,
el humilde labrador analfabeto, cuando entra en la novela es un "hombre de
bien - si es que este título se puede dar al que es pobre-, pero de muy poca
sal en la mollera" (I,7), y tardará bastante en empedrar sus discursos
(hasta el final del capítulo 19). Ya no tiene "poca sal en la
mollera" cuando es capaz de contestar a don Quijote de ese modo. El mismo
don Quijote le responde: "- Cada día, Sancho, te vas haciendo menos simple
y más discreto".
He aquí una
lección sobrenatural del ajedrez: cada día nos hace menos simples y más
discretos.
Ocurre el
diálogo mientras cenan bajo la bóveda del cielo estrellado en la serena soledad
de un bosque de alcornoques y encinas de la Mancha, región en la que parece que
no pasa nada en absoluto: todo transcurre dentro de una normalidad vulgar,
anodina y rutinaria. Por eso las ventas serán castillos inexpugnables, los
molinos de viento serán gigantes, los rebaños de ovejas, ejércitos, o unas
mozas del partido o rameras (que sin perdón así se llaman) son unas princesas. Seguir
Preciosa emisión! No conocía estas ilustraciones :-) Una más para adquirir. Saludos daneses.
ResponderEliminarSi Rafael, siempre buscando novedades para los amigos filatélicos.
Eliminar