En 1926, recién jubilado, fue inaugurado por Alfonso XIII
el monumento a Santiago Ramón y Cajal, obra de Victorio Macho, en el paseo de
Venezuela del parque del Retiro de Madrid.
En agosto de 1930, el fallecimiento de su mujer por
tuberculosis supuso para él un importante golpe. A pesar de ello, en sus
últimos años continuó trabajando, preparando publicaciones y reediciones, y se
consagró a sus alumnos. Varios de ellos (en especial su discípulo predilecto
desde 1905, Jorge Francisco Tello, que le había sucedido en su cátedra y en la
dirección del Instituto), por expreso deseo del propio Ramón y Cajal le
acompañaron en su muerte, el 17 de octubre de 1934, tras el agravamiento de una
dolencia intestinal que debilitó su corazón. Muy poco después se publicaría su
autobiografía El mundo visto a los ochenta años, que había terminado y
corregido poco antes. Sus restos reposan, junto a los de su esposa, en el cementerio
de la Almudena de Madrid. seguir
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